Estaba un hombre caminando por la playa, de repente alzó los ojos al cielo y con toda la devoción que pudo, pidió a Dios que le concediera un deseo. Dios al verlo se apiadó de él.
-Pedid y se os dará- exclamó una voz desde lo alto.
-Mira Dios, tengo una novia que vive en Montevideo, yo vivo en Buenos Aires y me cuesta mucho ir a verla, ¿No podrías construirme un puente que una las dos orillas?
-Eso que me pides es un trabajo muy materialista. Tendría que levantar grandes pilares de hormigón que profanarían mis aguas. Debería emplear cientos de toneladas de hierro y asfalto... Reflexiona hijo mío, pídeme algo que me honre y glorifique -respondió Dios.
A lo que el hombre respondió:
-Me he divorciado tres veces, me gustaría tener el don de saber escuchar a las mujeres, comprenderlas, saber porqué dicen 'No' cuando quieren decir 'Sí' y viceversa, qué quieren decir cuando callan, por qué lloran sin motivos, ¿Cuál es el secreto para hacer feliz a una sola mujer?
Dios desde lo alto carraspeó, y luego le preguntó a ese hombre:
-¿Y de cuántos carriles dices que quieres el puentecito?
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